miércoles, 3 de octubre de 2007

Súper

Frente a la góndola de perfumería mira 500 centímetros cúbicos a ocho con setenta
mejor llevo dos de 250 que me sale siete

desodorante, son sólo 25 tickets de 2 pesos cada uno y todavía le falta azúcar y fideos
compra los tricolor, enruladitos, hace calor y los prepara en ensalada y ya que está parece que comen verduras también

el desodorante, se fija el axe que él usa y si le suma el fa de ella no llega, mejor agarra el veritas familiar, el celeste que el rosa es asqueroso tiene olor a talco y telo se acuerda y se ríe

el pelo larguísimo y duro, necesitaría una buena crema de enjuague pero mejor le llevo dos botellas de rosado uvita de plata para el domingo

camina 20 cuadras porque esas 20 cuadras hasta el coto de abasto hacen que los 25 tickets de 2 pesos cada uno alcancen para mas o menos todo el mes

las bolsas le cortan los dedos, los dedos largos y blancos que la vecina inglesa acariciaba fingers de pianista diar mientras le servía otro té con scones, ahora morcillas que no rankean ni en asado de croto, morcillas violetas pero flacas, tristes, morcillas de vaca anoréxica

20 cuadras y traba la puerta del palier con el culo mientras baja las bolsas de a una y como todos los meses piensa la próxima guardo seis pesos y tomo un tacho

sube los dos pisos por escalera, si parezco el ekeko pero flaco y ni siquiera un pucho para pedir deseos

entra derecho al baño pero llega a ver la rodilla huesuda y brillante que asoma de la sábana.

Estuve todo el día mirando discovery, pude engancharme del de arriba, que comemos hoy?

ya ni le contesta, llora mientras acomoda el veritas familiar al fondo del botiquín.

finde

sábado a la noche
picada con chizitos
ravioles conurbanos
tele encendida en avisos de telecentro
manos que curan gatita completa amarres

domingo a la tarde matera y puerto de frutos
compran canastos para la ropa sucia
flores secas, más canastos, para las ganas
no hay canasto que alcance acá

lunes escritorio café de máquina ratonera
traje azul macowens en carpa
la tira del corpiño de la del sexto
te alcanza para un foca empantanada con la tele encendida
rapidez y calidad doblego mente y corazón 30 años me avalan

no hay caso, el vómito viene después del ahogo

la final

7 de la mañana. Todavía no sonó el despertador pero ya estoy arriba, cara lavada y dientes también.
Me asomé a la pieza y papá ronca, mamá ni se ve detrás de la panza, pero está ahi seguro.
Ya calcé las canilleras, me subí bien las medias y estoy calentando el café con leche. Me puse en el pelo un gel del tío que encontré en el botiquin, tiene olor a menta , me gusta. Pero no pierdo el tiempo, trote y pique corto de la heladera a la mesada, para calentar.
No es que me desperté temprano, no pude dormir. Hoy es la final contra villa dálmine, y el corazón se me sale por las orejas, hoy ganamos.
Y no necesito meter ni un gol, voy en la punta de la tabla de goleadores.
Pero uno tengo que hacer, quiero que me den el trofeo dorado ese que tiene andres arriba de la repisa.
“Felicitaciones Campeones Categoría 98” asi dice el cartel, lo tienen guardado en el buffet del club para cuando lleguemos.
Pase corto al flaco, pico tranqui que está juan atrás, no puede fallar.
Qué nervios, me duele la panza. Mejor no tomo nada, me como una tita.
Qué lindo quiero una foto con el trofeo grande en la mano para llevar al cole. Uh cierto que en el cole no pueden saber, pero la puedo colgar en la pieza.
Uy me duele mucho la panza, mejor no corro más. Voy al comedor, hago ruido con el clarin que ya llegó, voy hasta la puerta de la pieza pero nada, siguen durmiendo.
Son las 7.20, me duele mucho, mejor voy al baño.
Qué nervios, pero todo va a salir bien, tengo el rosario de la abuela bien metido en la camiseta y
la estampita de san benito en el botinero

MAMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

El grito levanta al barrio entero. La madre salta de la cama, choca con la panza del padre que todavía atontado intenta calzarse las pantuflas, y corre al baño.
Y ahi la ve, sentada al inodoro, con los botines puestos, el pelo engominado, la bombacha manchada de sangre.

maridaje

¿Qué vino me recomendás para acompañar unas milanesas?

El pibe de la rotisería la miró como si estuviera ante Pichot cantando con Los Palmeras.
Hace 6 meses que debe pensar comida para dos y el repertorio de Marta, la señora que le arreglaba la vida a su madre y que heredó junto al juego de copas flauta, no incluye maridajes.
¿6 meses? Si parece que se conocen de toda la vida. Durante el desayuno del domingo a la mañana, siempre y cuando esté nublado porque domingo de sol se amanece ya rumbo al country, él levanta las cejas y ella le estira la mano con el suplemento deportivo. Y ni hablar si están en alguna reunión en casa de un matrimonio amigo, él puede alzar la cabeza de golpe, mirar para ambos lados mordiendo la comisura izquierda del labio, y ella se acerca a la anfitriona de turno y pide un vaso de agua sin gas.
Todo es tranquilo, suave, sin complicaciones. Su único problema es el menú de las noches. Asi que sale de la rotisería, entra al súper chino de la esquina y agarra un cosecha tardía, se acuerda que lo tomó una Navidad en la casa de Trini y la dejó relajada. Y eso le dijo la refléxologa, que tiene bloqueado el canal del disfrute, que tiene que relajarse.
Por eso llega al dúplex y se saca los stilletos, y descalza pasa derecho a la cocina y busca el sacacorchos, ¿dónde estará? no tomamos mucho vino. Mientras revuelve el tercer cajón, de reojo ve el post it en la puerta de la heladera y se acerca

Reunión del club, como ahí, no te preocupes por la cena

La tercera no cena de la semana, y justo hoy que había logrado decidirse por un vino. Abre la heladera y saca la botella de agua, va a tomar un vaso del estante de arriba y duda, tomo un sorbo del pico?, se la acerca a los labios y de un manotazo la revienta contra la pared.

Su único problema es el menú de las noches, y ahora ni eso.

desde la cabina del scania

Rueda BJ
verdad consecuencia
el parqué listo para el asado

*

Envuelta en la sábana hasta la clavícula
bien novela de los setenta
conversás desde el buche
como en reunión de consorcio
sobre tuercas, alergia y rimas

*

el pirata romántico pide
balanceo y dirección
al ritmo de gilda
preferís ataque
o pescado
lo que la mula
disponga

*

el chofer del scania
ensaya un haiku
pibas proponen
disponen
pibes contentos
las pibas ni te
casi le sale
casi
pasta rancia
de un trago
en andas
subís al bondi
al otro lado
esperan
los lindos
los limpios
los buenos
andá tranquilo
te cuido la parada
sonrisa ventanilla
asi te vas y
yo me quedo

En jerga

El sol le pega justo a las tres de la peca mayor, entre el labio y la nariz. Es la hora.

Salta del colchón y en patas encara derecho al baño. Se escucha el chorro chiquito, al toque el chorro largo y fuerte del tanque y enseguida el chorro mediano de la pileta.

Calza las ojotas, se asoma al balcón. El pelo le tapa la cara, buen viento, piensa, hay que apurarse.Se pone una remera, bermudas, tantea las llaves en el bolsillo, la pita, está todo. Agarra la chanchita, y sale.

Hace tres semanas que espera este día. Soñó toda la noche con una izquierda chupada, brazeaba con agilidad, sin sentir el pinchazo agudo en los hombros, y la veía venir. Le entraba justo, ligero. La corría y era eterna. Ojalá piensa y sonríe a las persianas de la cuadra todavía cerradas.

El viento viene de bien adentro asi que con los rulos de antifaz camina las cinco cuadras de memoria, no ve nada.
Recordando el tubo perfecto de la izquierda que corrió toda la noche, se da cuenta que siempre sueña sin banda de sonido. Ni ruido ambiente, ni diálogo, ni música incidental. Su abuela le contaba que de chica siempre soñaba con la marsellesa de fondo, asi fuera una pesadilla en la que el abuelo polaco era protagonista indiscutido o una romántica con el galan de turno. Él no, sus sueños siempre son silenciosos. Tan silenciosos como esta mañana. Es raro, hay viento y viene siguiendo el pronóstico de buenos swells desde hace tres semanas, no fallan, piensa.

Asi llega como en película muda a la bajada de todos los días. Y no ve, entonces se levanta la remera a pesar del frío en la panza e improvisa un turbante para domar a los rulos. Y ve sí, pero no lo puede creer, la chanchita se le cae del brazo, un nuevo abolle.

El mar se fue, no está y no está soñando.

El ficus de enfrente

Sentado contra la ventana del bar, mientras su viejo lee el diario y cada 5 minutos relojea si el nivel del café con leche bajó, el pibe sigue atento al ficus de enfrente.

Esta rutina lleva unos dos, tres meses. Desde que el viejo sepultó la lengua más que de costumbre y la madre sale de la cama sólo para ir al baño, y a veces ni eso. A eso de las 7 encaran para el bar, y ahí se quedan hasta las 8, cuando suena el último timbre de la escuela, exactamente a tres puertas y un local, sobre la misma vereda.

El pitido agarra al viejo siempre a mitad de Deportes, putea bajito, lo agarra al pibe de la mano, lo deja en la puerta con un arrime que pretende ser beso a la altura del flequillo. Así todos los días. El bar, el café con leche, el diario, el arrime. Menos el ficus.

Incluso antes de descubrir el secreto, el pibe se dio cuenta que estaba ante algo raro. No era una planta cualquiera, como esas que ahora se secaban en el balcón de su departamento. Esta tiene una forma compacta, rectangular, de aristas perfectas. Algo en esa perfección, lo perturbaba.

Una mañana de esas iguales a todos los días, buscando la forma de que el timbre sonara más rápido, el pibe los vio.Un señor de traje y maletín parecido al que usaba su viejo hacía unos meses, y que ahora era reemplazado por el diario. Una señora, dos pasos más atrás, de cartera cruzada y largas piernas en cuadrillé.

Doblaron la esquina, casi al trote, y a la altura del ficus, desaparecieron. Esperó un rato, se restregó los ojos, pero asi y todo la pareja no apareció. Sonó el timbre y se fue a la rastra, los ojos fijos en la planta.

Van dos, tres meses. Y ya usó todos los dedos, hasta el chiquito del pie izquierdo. Está dispuesto a hablar.

El ficus de enfrente se traga gente, siempre de a dos. Y nunca vuelven.

directo del tubo de ensayo

-
de culata morena
contáme las costillas
pasa lista la gorda
afuera llueve
que si
que no
el derrame que no
y vos que si
-

El miracolo de la rusticana

Anoche regresaba a casa desde la academia de licencias licenciosas (la amiga Meki gusta de esta denominación, dice que dan ganas de ir) y al llegar a la esquina me cruzo en medio del picado nocturno, el tradicional de los jueves.
En mi barrio de adopción las veredas son anchas y las casas vienen resistiendo (cada vez menos) al avance de las torres con SUM y ficus en el palier. Esta resistencia permite el libre albedrío de los pibes tras la redonda a cualquier hora.
Pero el picado de jueves en esa esquina tiene condimentos. Los protagonistas no superan los 12 años y viven en la casa tomada al lado de la YPF. Los balcones de la casa ofician de tribuna, comienzan a ocuparse tipo ocho, generalmente por tres señores muy flaquitos, los tres de gorra blanca y remera de Chaca, y un señor gordo que tiene el termostato clavado en 45, siempre en musculosa de Boquita.
Los pibes juegan hasta la una, a esa hora las escupidas de cerveza ya empantanan las baldosas por demás, la pelota no dobla, y la cumbia truena desde el Aiwa que se ve farolear en la puerta gracias a, por lo menos, 20 metros de alargue zapatilla.

Anoche venía pensando en andá a saber qué, y pegué el giro en la esquina sin acordarme del famoso encuentro. Cuando me avivé, ya estaba en el círculo central y vi a uno de los pibitos mirarme fijo entre el flequillo y patear. La gastada venía derecho hacia mi. Aquellos que conocen de mi paso fugaz por los deportes, saben que no soy una virtuosa, mas bien una jugadora rústica, que mete pero no la pisa en una baldosa.

La pelota seguía su marcha firme hacia mi y en la cancha improvisada hasta el aliento de los pibes quedaba congelado en el aire, ya no sé si por el frío o por la apurada que me plantaban en plena cara. Pensé a guapo, guapa y media y ahí la derecha la paró en seco como si supiera, con la cara interna de la converse la adelantó un toque, el suficiente para cambiar el peso del cuerpo y que la zurda sacara un cañonazo al ángulo.

Silencio, el pibito autor del desafío se quedó duro, el arquero la vio pasar como Tatú al avión en la isla de la fantasía. Gol. Acomodé la cartera y los apuntes y avancé, llave en mano entre las caritas de sorpresa.Hasta que desde el balcón, con la voz repleta de tablón, el gordo en musculosa se mandó:

qué calidad, mamita!

Contraseña suficiente para que los pibes arrancaran a silbar y aplaudir.

Don O. cerraría con un: Emma, los vecinos, la redonda

micropuntera

bondi
bandi
en tren
de paro
la mezcla
caribe
de cola
con pasti
te llena
la muela
te quita
la pena
no me ves?
estoy doctorando
en ciencias
cumbiables
-

santo y seña

despierto
ruido a poda
paranoia en on
las 10 am
remember
soy palmera
en pantano
transplante
a maceta
morsa en clave morse
translate_ti!
señales de humo
baliza
contraseña
perdida estoy
entre tanto
signo y pase